Cuando vives en el Reino Unido el domingo es el día especial en que la familia se reúne en torno a la mesa para disfrutar del delicioso Sunday Roast; y yo he tenido ese privilegio.
Mi ya queridísima Chiqui (repito: sobrina de mi tío por parte de madre y como una prima hermana para mí desde estos días) en un intento más de que yo no me viniera abajo, me invitó a pasar con ella y su novio Robert el fin de semana. Así que el sábado yo caminaba hacia Olympia con mi pijama y neceser en una bolsa de LIDL. Mara (que así es como se llama realmente) y yo pasamos la tarde entre compras en el mercado y la cocina, mientras ella preparaba un gran pastel de chocolate para el día siguiente. Las horas pasaron mientras hablábamos de cientos de cosas acompañando la charla con un fabuloso gin tonic.
Los hermanos Hunt (su novio Robert y PJ) llegaron a la hora de la cena. Venían de celebrar la victoria de Inglaterra contra Italia en rugby. La comida fue simplemente deliciosa; allí, con luz tenue y música de fondo, los cuatro nos sentamos a la mesa para dejar que el inglés por fin fluyera y diera paso a una charla bastante entretenida, que me ayudó a tener las ideas algo más claras (y que podéis leer
aquí).
Más tarde, y con los efectos del vino como quinto acompañante, nos abrigamos para echarnos a las calles de Londres, donde bebimos cócteles mientras jugábamos a 21. Fuimos los últimos en salir del sitio. Y por último, al llegar a casa, nada mejor que tu pijama, una taza de té caliente, y una de esas charlas que se tienen esas noches que has bebido estando sentado y en buena compañía. Hasta las tantas.
A la mañana siguiente, la resaca no es problema: no hay mejor remedio que un buen desayuno inglés. Salchichas, huevos revueltos, zumo, tostadas... Desde luego Chiqui se estaba ganando a pulso el afecto de mis padres.Y tras pasar la mañana de perruna total, iba llegando la hora de pensar en almorzar. En esta ocasión nos acompañaba Luke, amigo de Robert desde hace años. La ternera asada tenía una pinta tan tan tan buena como de verdad sabía. Las patatas y los Yorkshire puddings más verduras acompañaban este tremendo plano. Suerte que aún no estaba lleno, porque quedaban los postres: tortitas con sirope y helado de primero, tarta de chocolate de segundo. Amazing.
Y así, gracias a tan geniales anfitriones y después de este finde tan bien repuesto, vuelvo a tener energías para recorrerme de nuevo Londres, esta vez en busca de más diversión.
Empieza una nueva semana!